En Orgullo y prejuicio, la novela que la consagró, Jane Austen representa ante nuestros ojos —con su inconfundible ironía y su aguda sensibilidad para observar la vida y captar todos los recovecos de la mente y del corazón humano—la dramática lucha entre los sentimientos y las conveniencias sociales que caracterizó la sociedad burguesa británica del siglo xix.