En el «héroe» de Carlyle halló Nietzsche una primera formulación de su idea del superhombre; sin embargo, nada más opuesto a éste que el héroe del escocés: para Carlyle el gran hombre heroico es un ser esencialmente religioso, consagrado a las realidades más allá de las apariencias, y absolutamente moral, que realiza su trabajo en el marco de una comunidad basada en la justicia.