Anselmi estructura su novela en dieciocho capítulos breves que narran dos relatos que actúan como vasos comunicantes entre dos espacios y dos registros que finalmente van a converger en un destino trazado para Saint-Exupéry. De un lado, se recrea el ambiente de intriga en el que se mueven los expatriados, intelectuales y artistas europeos que suelen reunirse en el Café Arnold de Nueva York. Allí, el editor estadounidense Eugene Reynal, su esposa Elizabeth, Lewis Galantière —el entrañable amigo y agente literario de Saint-Exupéry—, el escritor y su esposa Consuelo mantendrán diálogos ásperos, salvados por momentos de franca agresión gracias al fino y cínico humor de Galantière. Ciertamente, los diálogos entre todos estos personajes son una destacada característica en la novela. Breves, agudos y muchas veces hirientes, éstos propician una cierta atmósfera teatral y contribuyen a mantener el ritmo acelerado de los últimos días de Saint-Exupéry. De otro lado, en el departamento neoyorkino de la pareja frente al Parque Central y bajo la hipnótica repetición de “Plaisir d’amour” en el tocadiscos, somos testigos de la asfixiante y destructiva relación que mantienen el escritor y su esposa. Es en este espacio, a través de la trágica voz de Consuelo, que la historia se inicia y se cierra tras una desgarradora exploración de las complejas relaciones amorosas entre ambos personajes.